El procesador de texto o suite ofimática es, hoy en día, la principal herramienta de casi todos los traductores y me tomaré la libertad de asumir que cualquiera de mis colegas que esté leyendo esto usará uno. Un procesador de textos sirve para dos cosas: proporciona los medios para la entrada y recuperación de texto y define el formato en el que se intercambia ese texto con otras partes. Existen numerosas aplicaciones procesadoras de texto disponibles para Linux y algunas incluso incluyen funcionalidades que, sin duda, encajan con las necesidades del traductor más exigente. Son las aplicaciones que aparecen en la lista que está más abajo.
Quienes están a favor de Linux suelen hablar de estas aplicaciones basándose en las ventajas de su funcionalidad. Desde el punto de vista del traductor, eso no ayuda. La mayoría de los traductores, en particular los que trabajan como autónomos, reciben los trabajos de los clientes en un formato de archivo concreto, siendo el más frecuente el de Microsoft Word. Nuestros clientes, a su vez, esperan recibir la traducción en el mismo tipo de archivo y con el mismo formato que el original.
Dado que los clientes no son muy dados a dejarse convencer y cambiar su formato de archivo preferido adaptándose al del traductor, cualquier aplicación para procesar textos que use el traductor tiene que valorarse en términos no solamente de su funcionalidad, de lo fácil que sea usarla, etc., sino también en términos de la capacidad que tenga para manejar, es decir, mantener el formato de los tipos de archivo más utilizados hoy en día, entre los que destaca Microsoft Word. Este aspecto es uno de los que más peso tiene para el traductor, al menos para aquellos que trabajan con lenguas europeas.
Para empezar, me gustaría aclarar que no hace falta MS Word para producir un archivo en formato MS Word o para editar un archivo de MS Word ya existente. Cualquier aplicación para procesar textos que haya adquirido cierta madurez debe incluir filtros que realicen esas funciones. La pregunta es, simplemente, si estos filtros funcionan lo suficientemente bien.
El otro aspecto particularmente interesante para los traductores es que el procesador de textos permita el uso de lenguas extranjeras. Hay diversos aspectos que se deben tener en cuenta en este punto, especialmente:
- el idioma de la interfaz de usuario;
- las herramientas de corrección disponibles;
- la facilidad con la que se puedan instalar fuentes alternativas;
- que se puedan utilizar alfabetos no europeos.
En lo que se refiere a las herramientas de corrección, la ausencia de corrector ortográfico en tu propia lengua, por ejemplo, no debería ser un criterio para rechazar un procesador de textos concreto, dado que existe la alternativa de utilizar correctores ortográficos externos como ispell.
Si quieres información acerca de suites ofimáticas y procesadores de texto específicos, selecciónalos en el índice de nuestro apartado «Linux para traductores».
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