Esencialmente, la traducción consiste en convertir un texto, originalmente escrito en un idioma, a otro, comunicando en todo momento el significado del texto de partida además de intentar conservar la mayor cantidad posible de las sensaciones que despertaba el texto original en los lectores nativos de ese idioma.
Existen diferentes formas de traducción, que se pueden subdividir en bastantes categorías. Por una parte, existe la traducción literal que sería la variedad más antigua de la traducción y que parte de la idea de que cada palabra en un idioma debería tener su equivalente en el otro. Así traducían los griegos y los romanos porque se correspondía a la visión de la traducción y de la vida de filósofos como Aristóteles, Platón, etc.… En el otro extremo reside la idea de la traducción semiótica. Esta es la variedad que explica Umberto Eco en sus ensayos sobre la traducción. La traducción semiótica consiste en comunicar algo empleando otro medio, por ejemplo si un cuadro se inspira en una obra de Shakespeare, o cuando el semáforo muestra una luz roja para comunicar la idea ‘Pare’.
Con todo, en el contexto más moderno los traductores suelen decantarse por una técnica menos extrema en la forma de traducir, y usan variedades diferentes según el contexto o el cliente para el que trabajan. Partiendo de la idea de que siempre se pierde algo con la traducción, según las prioridades de cada trabajo, se tiene que decidir qué se puede perder y qué se tiene que conservar y esto depende del tipo de texto del que se trate. Si se trata de un texto en el que el detalle es muy importante, como es el caso en los documentos legales o de medicina, se utiliza más las traducciones pegadas al texto de partida o más literales para intentar no perder nada de contenido de ese texto.
Sin embargo, si se trata de una poesía o de una novela, contextos en los que el estilo, la elegancia y el arte son las prioridades del texto original, se puede utilizar un estilo un poco más fluido, y artístico. A veces el traductor se resigna a perder algunos detalles del contenido del texto para poder mantener un estilo y un impacto en sus lectores similares a los que figuraban en el texto original.
Normalmente a nivel profesional, el traductor traduce solamente hacia su lengua materna, medida que tiene como objetivo garantizar la calidad de los textos que éste produce a la hora traducir. Sin embargo, la gente bilingüe, o aquellas personas que tienen conocimientos superiores de otro idioma diferente a su idioma nativo, a veces realizan traducciones inversas que implican una traducción hacia su segunda lengua.
Normalmente, la traducción empieza cuando un cliente se pone en contacto con el traductor para encargarle un proyecto, este contacto varía bastante dependiendo de si se trata de una agencia de traducción que ya tiene los datos del traductor (sus tarifas, referencias, experiencia etc.) o si se trata de un particular que quiere traducir un documento y ha encontrado los datos del traductor en uno de los muchos sitios en internet diseñados para hacer esto (Translatorscafe, Proz, etc.).
De todos modos, lo que sí aparece normalmente es una descripción del documento a traducir (su género, tecnicismos etc.) y un contexto (es para una agencia de viajes, para una constructora, etc.), y a partir de allí y sin haber visto el documento el traductor puede empezar a decidir si tiene el tiempo, la experiencia o los conocimientos específicos para poder colaborar en el proyecto. Además, también se suele mandar adjunto a este primer contacto una muestra o el texto completo para que el traductor pueda ver exactamente en qué consiste el trabajo aunque se recomienda no empezar a traducir antes de tener confirmado el encargo por parte o de la agencia de traducción o del particular que ha contratado al traductor.
En el ámbito académico al igual que en el profesional, siempre se recomienda leer a fondo el texto antes de empezar a traducir para asegurarse de que no surgirán imprevistos una vez empezada la traducción. También esto le da al traductor la oportunidad de ver cuántas repeticiones hay y establecer cuánto tiempo va a tardar en hacer el proyecto.
Aunque tradicionalmente la traducción se hacía «a mano», como toda la escritura profesional, hoy en día se suelen utilizar ordenadores para facilitar el trabajo del traductor y hacer que su negocio en general llegue a ser más rentable. Además del simple hecho de poder teclear todo el texto en el ordenador, lo que hace más fácil y rápido traducir y editar el documento, la tecnología también se utiliza dentro de la traducción profesional para facilitar el trabajo de otras formas.
En primer lugar, con la llegada del internet la búsqueda de términos y definiciones se ha vuelto mucho más fácil, lo que hace que las traducciones lleguen a ser más fiables, ya que si surge una duda acerca de una frase o palabra se pueden consultar varias fuentes de información para verificarla, además de poder consultar la duda con otros traductores profesionales a través de internet. Tanto la cantidad de información disponible en internet como la rapidez con la que se puede acceder a la misma, hacen que, para los traductores, internet suponga una gran ventaja en el ámbito profesional.
Además, alrededor de los años ochenta empezaron a ponerse al alcance de los traductores autónomos programas especializados para la traducción. Estos se pueden dividir de la siguiente manera: los que pretenden hacer superfluo el trabajo del traductor humano (Programas de traducción automática como BabelFish o el traductor de Google) y los que tienen como objetivo hacer más eficiente el trabajo del traductor que se llaman herramientas TAO (Traducción Asistida por Ordenador) y son estos últimos a los que prestaremos atención aquí.
Hoy en día, muchos traductores utilizan software de TAO como Wordfast (que se puede descargar de forma gratuita de la red) y Trados (por el que se tiene que pagar). Las habilidades de cada traductor con este software muchas veces incluso aparecen en su currículum para que los clientes sepan que éste va a hacer la traducción de la forma más eficiente, y por lo tanto económica, posible. Básicamente lo que hacen estos programas es dividir los textos en segmentos y dejar que el traductor los traduzca. A partir de esta primera traducción luego se crean listas de palabras que ha traducido el traductor dentro de ciertas combinaciones lingüísticas y luego cuando vuelve a surgir la misma palabra o frase, e incluso cuando se trate de casi la misma palabra o frase, el programa rellena de forma automática el segmento para que el traductor lo pueda revisar y si está todo bien, puede seguir con la traducción del documento.
La ventaja principal de esto está clara pues el traductor ya no tiene que traducir la misma palabra o frase dos veces y esto hace que pueda realizar más trabajo en menos tiempo ya que, si recibe un texto con muchas repeticiones, sólo tendrá que emplear la mitad del tiempo que habría empleado de otra forma en traducirlo. Esta tecnología proporciona ventajas al cliente, ya que en muchos casos, recibe sus traducciones más rápidamente y también al traductor ya que así, sus beneficios pueden ir en aumento sin restricciones.
Como ya se ha mencionado la traducción hacia la lengua materna del traductor es lo más normal dentro del campo de la traducción profesional. El hecho de tener un conocimiento perfecto de la lengua materna normalmente hace que la traducción hacia ese idioma sea mucho más rápida y esto se ve claramente sobre todo con la combinación español-inglés ya que es la combinación en la que los traductores suelen emplear menos tiempo.
Sin embargo, traducir tan rápidamente también conlleva desventajas, y éstas normalmente se producen porque el traductor sobrestima sus habilidades o con el castellano o con la lengua materna o incluso sobrestima sus habilidades para teclear de forma tan rápida. A pesar de que la traducción hacia la lengua materna sea lo más común, también se realizan traducciones inversas que, como ya se ha observado, normalmente se reservan para la gente bilingüe o con conocimientos muy profundos de la lengua a la que van a traducir.
Una de las dificultades a las que se enfrenta el traductor a la hora de hacer una traducción inversa es siempre la falta de familiaridad con la cultura de una lengua que no sea la suya, aún cuando se trate de un traductor bien familiarizado con otra cultura pueden surgir referencias a gente famosa, películas, acontecimientos históricos o programas en la televisión que no conoce y que pueden dificultar la traducción. También puede resultar difícil saber cómo se utiliza la puntuación y cómo se abrevian las palabras de la forma correcta e incluso si algunas cosas que se pueden abreviar en la lengua materna del traductor también pueden abreviarse en la otra lengua. Por eso, para hacer bien una traducción inversa lo ideal es conocer muy a fondo la lengua a la que se quiere traducir.
Si se tuviera que explicar la traducción a una persona que no tiene ningún conocimiento del aprendizaje de las lenguas, en primer lugar, se tendría que aclarar la diferencia entre la traducción y la interpretación, ya que la mayoría de la población aplica el término traducción a la lengua escrita y a la lengua hablada sin diferenciar. También, muchas veces resulta necesario explicar por qué no se puede simplemente dejar que un ordenador traduzca todo pues mucha gente opina que la tecnología ya ha alcanzado el nivel en el que hace superfluo al traductor humano. Esta última opinión no tiene base firme ya que a pesar de muchos intentos para crear un ordenador que pueda traducir lenguas naturales automáticamente, se ha identificado que incluso los programas más avanzados solamente son capaces de encargarse con éxito del 25% del trabajo del traductor humano. Lo que hace tan difícil la traducción automática es la necesidad de tener un conocimiento cultural y de realizar un proceso mental bastante complejo para poder descifrar cualquier mensaje en una lengua y para resolver las ambigüedades que siempre surgen. De momento, solamente los traductores humanos son capaces de hacer esto.
Como se observa a lo largo de esta redacción, hay muchas competencias y características que un traductor debe tener para hacer bien su trabajo y para dedicarse exclusivamente a la traducción como carrera profesional. En primer lugar hay que saber organizarse bien, ya que sobre todo si se quiere trabajar como autónomo se requiere que el traductor sepa dividir su tiempo entre mandar y responder a los emails y llamadas telefónicas que ha recibido para generar trabajo, la traducción en sí y un cierto porcentaje de contabilidad para poder seguir de forma efectiva el dinero que recibe como microempresa.
A nivel de la traducción en sí, lo que se necesita es la habilidad de controlar bien todos los detalles de un texto, un conocimiento, a ser posible, de muchos géneros y términos técnicos para poder encargarse de la gama más amplia posible de los trabajos que se le manden y la habilidad de saber cuánto trabajo puede aceptar en un momento dado y no sobrestimar sus propias habilidades.
Como resultado del trabajo de una persona con las características mencionadas, una buena traducción debería aparecer como un texto completo, escrito con tanta atención al detalle (la ortografía y la puntuación entre otros aspectos) como habría en un texto originalmente escrito en la lengua de destino de la traducción. Tanto los elementos culturales como los conceptos que a lo mejor no existen en la lengua de destino deberían reflejarse de forma adecuada en la traducción (Se puede buscar equivalentes, dar explicaciones, notas a pie de página o dejar ciertas palabras sin traducir según los objetivos generales de la traducción).
Sin embargo, lo más importante en una traducción es que no haya errores de significado. Esto llega a ser aún más importante cuando se trata de textos médicos o legales en los que la comunicación de detalles exactos es casi la única intención del texto, y se ve reflejado en la mayoría de los exámenes de traducción en los que, si se detectan errores de este tipo, es muy probable que el traductor lo suspenda.
Para concluir, solamente cabe resumir diciendo que la traducción sigue siendo un sector profesional que la mayoría de la gente, ya sea el público en general o empresas, etc., siguen sin entender muy bien, y esto a pesar del hecho de que, en un mundo que se vuelve cada vez más pequeño, el desarrollo de sus negocios depende cada vez más de los servicios que ofrecen los traductores profesionales.
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