« ¿Cómo consigo que mi hijo aprenda a comportarse sin tener que castigarle? ».
Publicado el 29 de abril de 2014 por Laura Markham. en Peaceful Parents, Happy Kids.
«Lo que lleva a una niña a comportarse terriblemente mal o a causar destrozos siempre es alguna razón inocente. Algunas veces es porque quiere jugar, es un espíritu libre, y otras, cuando se vuelve agresiva o está enfadada es porque se siente confundida o infeliz. Lo que más altera el comportamiento de una niña es cuando siente dolor o está necesitada de comprensión y amor. En definitiva, no existe el mal comportamiento en los niños. En realidad, una niña siempre lo hace lo mejor que puede, somos nosotros quienes no la entendemos» Naomi Aldort.
Los padres a menudo se sorprenden al oír que no creo en lo que la mayoría llamamos castigos (azotes, sermones o tiempos de reflexión) porque esto impide que los niños puedan ser responsables y autodisciplinados. «¿Cómo aprenderá mi hijo a comportarse, entonces?» me preguntan.
Yo les respondo que los niños aprenden de lo que ven. La manera más efectiva de enseñar a un niño es tratarle como te gustaría que tratara a los otros: con comprensión y compasión. Cuando les azotamos, castigamos o gritamos, ellos aprenden a actuar de forma agresiva.
Incluso en los tiempos para reflexionar les enviamos el mensaje de que están solos frente a sus sentimientos cuando más nos necesitan, más bien, dejando pasar una oportunidad de aprender a cómo manejar sus emociones. (Aunque he de decir que tampoco soy una gran fan de los «tiempos acompañados», en los que le apartamos a los niños de la situación problemática y nos sentamos con él para ayudarle a procesar sus sentimientos y descubrir los motivos de su comportamiento.)
Todo esto no significa que faltemos a nuestra responsabilidad a la hora de guiar y poner límites. No cruzar sin mirar, no pegar a los hermanos, no orinar en la alfombra, no arrancar las plantas del vecino, no molestar al perro. Esto son límites, no castigos.
¿Te preguntas como tu hijo aprenderá a no repetir ese comportamiento la próxima vez, si no utilizas «el castigo» cuando lo hace? Entonces, estás asumiendo que necesitamos castigarle para que aprenda la lección.
En realidad, los estudios demuestran que castigar a los niños, a la larga, solo lleva a más conducta malas. Al sufrir castigos, los niños se enfadan y se ponen a la defensiva; la adrenalina aumenta y nos ponemos en «modo enfrentamiento o huida», apagando los impulsos racionales de colaborar. Los niños olvidan rápidamente el «mal» comportamiento que llevó al castigo, tardarán sin embargo semanas en asumir las consecuencias emocionales del castigo. Como mucho, aprenderán a mentir y a evitar que los descubran. El castigo nos distancia de nuestros hijos, perdemos la posibilidad de influenciar sobre ellos. Incluso puede reducir su inteligencia, ya que desde que son niños, si no se sienten completamente protegidos y a salvo, no se sentirán libres para aprender. Resumiendo: Castigar nunca es el camino para criar a un hijo feliz, responsable y considerado con los demás, al contrario, el efecto es más bien contraproducente.
Con todo, si somos capaces de conectar y ser amables mientras ponemos límites, nuestros hijos interiorizaran lo que han vivido. No se resistirán a que les guiemos, conectarán con nosotros, y verán el impacto que tienen en los demás, pues serán responsables y considerados. Tendrán padres que les habrán ayudado a auto-gestionar las emociones, a vivir sus propias emociones y, así, a controlar el propio comportamiento. Debido a que se les ha aceptado por quienes son, no se desconectarán de su pasiones y motivaciones y explorarán.
Así pues, ¿Qué podemos hacer para educar a nuestros hijos sin castigarles?
1. Controla tus propias emociones. Así es como tus hijos aprenden a controlar las suyas. Eres su modelo a seguir. No actúes cuando estas enfadado. Si no puedes conectar en alguna situación concreta con el amor por tu hijo, entonces, pregúntate ¿qué haría el padre perfecto ahora? y hazlo. Si no puedes, respira profundamente y espera a calmarte antes de involucrarte en la situación. Resiste el impulso de actuar drásticamente; siempre es contraproducente.
2. Respeta los sentimientos. Cuando la adrenalina y las otras hormonas secuestran a tu hijo, él es incapaz de aprender. En vez de un sermón, prueba con un «Tiempo acompañado» donde, junto con tu hijo, le dejas expresar su frustración en tu presencia. Tu meta es mantener un ambiente de calma y contención durante el arrebato o enfado de tu hijo. Lo que los niños necesitan es poder expresar sus emociones en un ambiente de seguridad, amabilidad, y aceptación, así aprenden a lidiar con esos sentimientos y a tranquilizarse, a regular sus emociones con el tiempo. No intentes razonar con él durante la tormenta emocional. Una vez que haya pasado, él se sentirá mejor, y más unido a ti, estará abierto a escuchar tus razones sobre por qué no decimos «¡Cállate!» (Porque daña los sentimientos) o por qué no mentimos (Porque corta el hilo invisible que conecta nuestros corazones).
3. Recuerda como aprenden los niños. Piensa en el ejemplo de lavarse los dientes. Primero, cuando aún es un bebe, verte cepillarte tus dientes como modelo, le hace gracia; gradualmente, le vas cediendo la responsabilidad, y le dejas hacerlo por sí mismo. Se utiliza el mismo principio a la hora de aprender a decir «Gracias», coger el turno de palabra, recordar sus responsabilidades, alimentar a la mascota, hacer los deberes, y la mayor parte de las cosas que te puedas imaginar. La rutina es sumamente importante, en parte, porque provee a tu hijo de una base para adquirir las habilidades básicas. Una podría volverse loca cuando se da cuenta de que el niño ha dejado la chaqueta otra vez, pero gritar no le ayudará a recordar. La rutina de base sí lo hará.
4. Conecta antes de corregir, y mantén esa conexión, también cuando le guías, para así poder despertar en él el deseo de mejorar. Recuerda que los hijos se comportan mal cuando se siente mal con ellos mismos y desconectan de nosotros.
Inclínate hacia él y míralo a los ojos: «Estás enfadado… ¡Dime lo que necesitas con palabras… no mordiendo!».
Irse a la cama: «Desearías poder jugar más… Es hora de irse a la cama».
Míralo con ternura y dile: «Estás enfadado ahora».
Ponle la mano en el hombro: «Estas demasiado asustado para hablarme sobre lo que ha ocurrido con la galleta».
5. Pon límites, pero con empatía. Pues claro que necesitas insistir en algunas normas. Pero debes conocer también su perspectiva. Cuando un niño siente que le entienden, están más predispuestos a aceptar nuestros límites.
«¡No le muerdas! Estás muy, muy enfadado y herido, pero debes contárselo a tu hermano con palabras».
«Es la hora de irse a la cama. Sé que quieres jugar un poco más».
«No quieres que la mami diga “No”, lo sé… Pero la respuesta es “No”. No nos decimos “Cállate” el uno al otro, ni siquiera cuando estamos tristes y enfadados».
«No importa que estés asustado, necesito que me digas la verdad».
6.- Recuerda que todo «mal comportamiento» es expresión, de una necesidad legítima.
Siempre existe alguna razón, aunque pienses que no es buena, ¿Su comportamiento es completamente inadecuado? Seguramente se sienta terrible en su interior. ¿Necesitará dormir más, pasar más tiempo contigo, estar más tiempo tranquilo, más oportunidades de llorar y soltar todas esas tristes emociones que todos tenemos bajo llave? Soluciona la necesidad que hay detrás y así el comportamiento inadecuado desaparecerá.
7.- Di « SÍ». Los niños hacen casi cualquier cosa que les pedimos si se lo pedimos con cariño. Encuentra la manera de decir SÍ en vez de NO incluso cuando le estás poniendo un límite. «SÍ, es hora de limpiar tu habitación y SÍ, te ayudaré y SÍ, puedes dejar tu torre en la habitación y SÍ, puedes refunfuñar todo lo que quieras y SÍ, si te das prisa podemos leer otro cuento y SÍ, podemos hacerlo de forma divertida y SÍ, te quiero mucho y SÍ, ¿Cómo he tenido la suerte de poder ser tu madre? ¡SÍ!» Tu hijo te corresponderá con la misma generosidad y buena actitud que tú también muestres.
8. Mantén la conexión mediante momentos de unión todos los días. Apaga el teléfono, desconecta el ordenador y dile a tu hijo «De acuerdo, durante los próximos 20 minutos soy toda tuya. ¿Qué quieres que hagamos?» Síguele. El mundo está lleno de humillaciones para los niños, así que durante estos 20 minutos juega a ser una tonta patosa y déjate ganar. Reír tontamente deja salir la ansiedad y los miedos retenidos, así que asegúrate de jugar, reír y hacer el tonto. Acepta todos esos sentimientos sin más. Estate 100% presente; los niños que saben que pueden contar con un momento especial al día con sus padres florecen, porque tienen suficiente confianza para expresarse con todo su ser y para QUERER comportarse bien.
9.-Perdonate a ti misma.
No puedes ser una figura inspiradora si no confías en ti misma, como tampoco tu hijo actuará «correctamente» si no confía en él mismo. Siempre es posible reparar la relación. Empieza hoy mismo.
10.- Cuando todo lo demás falla, date un buen abrazo. Después dáselo a tu hijo. La conexión lo puede todo en la crianza.
¿No crees que esto funcione? Inténtalo esta semana y comprueba como se obra el milagro.
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¿Quieres explorar los estudios que apoyan este enfoque? Mis recursos favoritos están extraídos del maravilloso libro de Alfie Kohn, Unconditional Parenting (Paternidad incondicional), con cientos de listas de estudios evaluados por expertos que apoyan este punto de vista. Os dejo esta lectura recomendada para que podáis disponer de un resumen de los estudios de reconocidos académicos, y os invito a seguir los estudios sobre este tema si os interesa. Por ahora, aquí tenéis unos pocos estudios para empezar. Cada día se publican muchos más.
Burhans, Karen Klein, y Carol S. Dweck. “Helplessness in Early Childhood: The Role of Contingent Worth.” [Ayuda en la infancia: El papel del valor eventual] Child Development 66 (1995): 1719-38.
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Este artículo ha sido escrito por la Dra. Laura Markham, fundadora de AhaParenting.com y autora de Peaceful Parent, Happy Kids: How To Stop Yelling and Start Connecting (Padres tranquilos, hijos felices: Cómo dejar de gritar y empezar a conectar).
Artículo original: www.psychologytoday.com/blog/peaceful-parents-happy-kids/201404/10-ways-guide-children-without-punishment
Traducido por: Jaume Sanz Aznar, revisado por Adrián Pérez Montes.
TERESA MORENO MARTINEZ dice
Alguien sabe si el libro esta traducido al español?
Mari Fe dice
A mí también me gustaría saberlo, he estado buscando por internet pero no lo he encontrado
adrian dice
Que yo sepa no está traducido, pero si alguien tiene otra información…